Azazel es el nombre de una entidad espiritual. Su origen es hebreo y significa "la cabra de emisario", o "chivo expiatorio" expuesta en Levítico 16:8-10, y que no vuelve a ser mencionada en ninguna parte más de la Biblia hebrea.
Se origina de dos palabras de raíz, aze, significando la cabra, y azel, significando la salida.
Otro posible origen del nombre es que sea un derivado de las palabras hebreas -az, que significa áspero, escarpado, y -el-, poderoso o luminoso (hay que indicar que este sufijo se aplica a casi todos los ángeles y a buena parte de los ángeles caídos); en tal caso sería una alusión a la montaña desde donde se despeñaban las cabras para su sacrificio.
Este nombre es mencionado en el libro apócrifo de Enoch (o Henoch), y más tarde en la literatura judía. De acuerdo al Enoch, Azazel era el líder de los grigori (también conocidos como los "observadores"), un grupo de ángeles caídos que copularon con mujeres mortales, dando origen a una raza de gigantes conocida como los Nephilim.
Azazel es particularmente significativo entre los grigori porque fue él quien enseñó a los hombres cómo forjar las armas de guerra así como enseñó a las mujeres cómo hacer y utilizar los cosméticos.
Con el tiempo las enseñanzas de Azazel crearon tal iniquidad entre los hombres que Dios decidió destruir toda la vida en la Tierra con una gran inundación, salvando solamente a Noé, la familia de Noé, y a siete parejas de cada especie de animales "limpios", y un par de cada especie de animales "sucios", de los cuales escaparon a la destrucción viviendo durante un año en el Arca de Noé que Dios le mandó construir.
El nombre "Azazel" se encuentra en la biblia en Levítico 16:8, 10, y 26, pero no se enumera como una entidad o espíritu, sino como la ceremonia del chivo expiatorio, que consiste en enviar al chivo expiatorio para vagar en el desierto junto con otra cabra a la cual se sacrifica ante Dios, después el "azazel" se conduce hacia las afueras del desierto y se libera como prueba de que no hay más culpabilidad en la comunidad.
“Encadena a Azazel de manos y pies y arrójalo a las tinieblas; abre una hoya, que está en Dudael, y lánzalo dentro.
Coloca sobre él rocas quebradas y melladas, cúbrelo con la oscuridad, déjalo vivir allí para siempre y cubre su rostro para que no pueda ver la luz.
El día del gran juicio será arrojado al fuego.
Cura la tierra que los ángeles han corrompido y proclama la salvación de esta, de forma que puedan recobrarse de la plaga, para que todos los hijos de los hombres no perezcan por culpa de todas las cosas secretas que los Custodios les han desvelado y han enseñado a sus hijos.
Toda la tierra ha sido corrompida por culpa de las obras que Azazel ha enseñado: impútale a él todo el pecado”.
martes, 18 de enero de 2011
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