viernes, 8 de abril de 2011

LOS SATANISTAS SOMOS CULPABLES DE...

Probablemente una idea y sus seguidores no han sido nunca tan difamados y perseguidos como los satanistas, dicho esto con orgullo y sin un ápice de victimismo.
No me voy a referir a un pasado ampliamente conocido, hablo de nuestro presente.
Alguien comete un horrible asesinato fruto de una mente enferma y los medios que no tienen nada que aportar inician sus acusaciones hacia la posibilidad de que fuera un miembro de una secta satánica, etc, etc... Que un niño desaparece: "Los satanistas lo han secuestrado para uno de sus horribles rituales". Pasa el tiempo las autoridades aclaran los crímenes pero nadie rectifica sus acusaciones y el daño queda hecho y como satanista no tienes recursos legales para poder preservar tu honor.
Nuestros enemigos siempre se han valido de esos trucos, no es nuevo.
Que llegaba la peste, pues a quemar brujas.
Que ocurría una catástrofe natural, pues a pagarlo con aquellas personas "diferentes" ya que su existencia ofendía a dios.
El gran defecto del satanista es el de no valorar a sus enemigos, pero no debemos olvidar que tras el aspecto de tiernos corderillos, se esconden seres con mentes retorcidas, con su juicio alterado ante tanta represión de su propia personalidad, capaces de trucos increíbles y de manipulaciones asombrosas. La manipulación es la especialidad de la iglesia de Roma.
Todos conocemos a alguno de nosotros que ha sido seducido por la inocencia de un rostro apacible que hablaba de las maravillas de su dios y cuando quería darse cuenta era un borrego más en el rebaño y su personalidad y libertad eran solo historia.
Muchas veces los satanistas nos acabamos creyendo que ellos son los buenos y nosotros los malos y pensamos que su estricta moralidad les impedirá hacernos daño.
Nunca hay que olvidar que su moral es doble y ante lo que ellos piensan que es el enemigo de su fe, "todo vale" y cuando digo todo, me atengo al estricto sentido de la palabra.
Mientras tanto tratemos de evitarles y trabajemos por un mundo libre donde ellos acaben siendo un triste recuerdo de nuestra historia.
Texto de Blackfer

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